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Entre telones y bastidores

Amores de todos los tiempos aunque otros fueron romances

Numerosas parejas se formaron en plena temporada teatral y también en fimaciones: algunas sobrevivieron durante décadas, otras fracasaron y muchos fueron romances fugaces

"Los telones con las sábanas no se mezclan." Es algo así como una ley del teatro desde tiempos remotos, pero, obviamente, cuando se trata de pantalones y polleras, no es fácil de cumplir. Se sabe que los ámbitos laborales pueden resultar propicios para que nazca alguna relación amorosa entre compañeros. Y las anécdotas de artistas que han comenzado su vínculo sentimental en una obra de teatro alcanzarían para llenar varias páginas.


En 1948, Narciso Ibáñez Menta era una estrella del cine que, a su vez, tenía su propia compañía teatral. Por ese entonces, representaba la obra F.B., en El Nacional, y en ese elenco trabajaba Laura Hidalgo, una actriz que hacía sus primeras armas. Se enamoraron en la única escena que ella tenía con él, y en la que le decía que su sueño era casarse con un hombre que la hiciera feliz. Al año, contrajeron matrimonio.

Pepe Cibrián y Ana María Campoy se conocieron en un escenario madrileño cuando ambos participaban en Madre guapa, en la compañía de Ladrón de Guevara. Ella tenía apenas 9 años y él, 19. Sus respectivos padres también trabajaban en la compañía: el papá de ella era el apuntador Ernesto Campoy y la mamá, la actriz Anita Tormo, mientras que los de Pepe eran Benito Cibrián y Pepita Meliá. Once años después, en México, Pepe la ve a Ana María en una tapa de revista y queda encantado, y le pide al galán Jorge Negrete que arme una cena para concocerla. Tras la comida, ella concluye que él es un pesado, pero cambia de actitud cuando la invita a La Habana a participar de una puesta de Don Juan Tenorio y le da el papel de Doña Inés. No hizo falta mucho más para que los besos de ficción se convirtieran en reales y duraderos.

Mirtha y un romance con Alfredo Alcón
Mirtha Legrand estuvo casada por 50 años con el prestigioso director y guionista de cine Daniel Tinayre desde 1944 hasta la muerte de él en 1994.
Pero antes de ser la exitosa conductora de TV, Mirtha Legrand fue una de las estrellas máximas de la época de oro del cine argentino donde protagonizó impresionantes historias de amor en la pantalla grande
En alguna oportunidad, el reconocido actor Alfredo Alcón la acompañó en el rodaje y parece que ella más de una vez habría querido que la ficción se convirtiera en realidad.
La máxima estrella no se salvó de los ojos y comentarios de compañeros y quipo de producción que compartían trabajo entre camarines decorados y bastidores cuando Daniel Tinayre no se encontraba en los set de filmación. La prensa aún menos se privó del rápido “titerillo” y desde esa época a la actualidad, continua la leyenda del romance entre Alfredo Alcón y la Reina Madre de la televisión Argentina.
En uno de los programas "Almorzando con Mirtha Legrand", la señora se animó a reflexionar: "Nos inventaron muchos romances a nosotros dos", en referencia a Alfredo Alcón y al cine donde ambos brillaban. 
Pero no todo terminó allí, porque bastante entusiasmada soltó sin pensar: "¡Ojalá lo hubiésemos tenido!", dando a entender que le habría gustado involucrarse sentimentalmente con el artista. 
Mirtha Legrand y Alfredo Alcón protagonizaron cintas como "El amor nunca muere" y "La pícara soñadora" entre otras.

Cuando los duendes cazan perdices
Cuando los duendes cazan perdices fue uno de los mayores sucesos en la carrera de Luis Sandrini: cinco años consecutivos en cartel. La madre de Sandrini iba todos los domingos a verlo desde el palco avant-scène y siempre le hablaba de lo linda que era una joven actriz que tenía pocas escenas en la obra. La madre del actor fue quien más intercedió para que el romance con Malvina Pastorino, que nació en el escenario del Astral, terminara en la iglesia.

Y en la década del 50, Nelly Beltrán y Maurice Jouvet se conocieron compartiendo escena en Los árboles mueren de pie. Cuando la novia del elegante Jouvet se enteró del romance, destrozó todo su guardarropas.
Nelly Beltrán y Maurice Jouvet junto a su hija Mónica Jovet y Pablo Alarcón

En 1974, cuando Alejandro Romay convocó a Nélida Lobato y a Víctor Laplace para hacer "Así como nos ven", en El Nacional, se habían separado de sus respectivas parejas, Eber Lobato y Renata Schussheim, respectivamente. En esa especie de homenaje a la revista y al music hall, ambos hicieron público su romance, luego de que las revistas y publicaciones habían llenado ya muchas páginas con los rumores.

En el mismo teatro, cinco años después, se conocieron Gerardo Romano y Leonor Benedetto, en el musical Yo quiero a mi mujer. La acción entre ambos comenzaba bajo las sábanas de un sofá cama, donde estaban en calzoncillos y en enaguas, respectivamente. Cuenta la leyenda que ambos eran tan meticulosos y se concentraban tanto en sus personajes que 15 minutos antes de levantarse el telón ya estaban en sus respectivos puestos.

En 1974, el dramaturgo Sergio De Cecco escribió El gran deschave, especialmente, para su mujer, Haydée Padilla. Con ella compartía el escenario Federico Luppi, con quien se rumoreaba que había entablado una relación que iba más allá del compañerismo. La obra fue un éxito y trabajó durante muchos meses con las localidades agotadas. Cuando bajó de cartel en la primera temporada (estuvo cuatro), no se ocultaron más e hicieron pública su relación.
Haidée Padilla y Federíco Luppi

En 1987, una joven actriz entró al elenco de "El último de los amantes ardientes" para reemplazar a Andrea Tenuta. Era Mercedes Morán, de quien se enamoró el protagonista de la obra: Oscar Martínez. Detalle: allí también trabajaba su esposa, Cristina Lastra.
Mercedes Morán y Oscar Martinez junto  a Manuela Martinez


El beso de la mujer araña
Cuando estaba haciendo El beso de la mujer araña, Valeria Lynch tenía un gran admirador en el elenco: Miguel Habud, quien era especialmente galante con ella . La "araña" cayó en las redes del galán cuando éste le ofreció un gran ramo de flores. El romance duró varios años, pero concluyó en forma poco amigable.

A principios de los años 90, Perla Caron conoció al amor de su vida, Gianni Lunadei, en una comedia en el Lola Membrives. La historia de su gran amor tuvo un final triste y trágico y solo llegó a convivir el ultimo año de vida hasta el suicidio de Lunadei que por la falta de trabajo sufría de depresión recurrente. Su deceso ocurrió en la casona de Perla, en el barrio de Belgrano; el artista se disparó en la boca con un revólver calibre 32. Tenía 60 años de edad.
Gianni Lunadei y Perla Caron

Otro romance que continúa desde hace 33 años es el de Arturo Puig y Selva Alemán, que se enamoraron cuando compartían escenario en la obra Picnic. Un año antes, en 1974, Dorys del Valle y Emilio Disi se habían puesto de novios en "30 veces no debo", este matrimonio que además era una dupla muy popular en la televisión y en el teatro, duró 20 años terminando con una separación muy traumática con supuestas estafas en los bienes gananciales por parte de Emilio a Dorys.
 Arturo Puig y Selva Alemán

Dorys del Valle y Emilio Disi

Juvenbtud pasional 

Paola Krum se enamoró de varios compañeros de elenco. A principios de los años 90 estuvo con Fernando Ciuffo, su compañero en Drácula; luego, con Pablo Rago, con quien compartía cartel en una telenovela de Canal 9, y en 2005 tuvo un flechazo definitivo con Joaquín Furriel, cuando se conocieron en Sueño de una noche de verano. Se dice que la directora Alicia Zanca les hizo "gancho".
 Paola Krum y Joaquín Furriel

Por su parte, Gloria Carrá y Luciano Cáceres se conocieron trabajando en Bésame mucho, en el Teatro del Pueblo, en 2002, pero ambos estaban en pareja. Pasaron algunos años y el trabajo los volvió a reunir en La felicidad (en 2007), donde se enamoraron, se separaron de sus parejas y, a los pocos meses, se casaron. Matrimonio que duró 7 años y fruto de ello nació Amelia pero el amor no prosperó y a finales del 2015 llegó la separación definitiva
Gloria Carrá y Luciano Cáceres

En 2005, Adrián Suar no podía disimular su rostro deslumbrado cuando conoció a Griselda Siciliani en Revista nacional, obra que él produjo y en la que ella fue "descubierta" por muchos. Pero por ese entonces, sólo compartían charlas amistosas. Después de bastante tiempo de que esa obra bajara de cartel, oficializaron su relación.
Adrián Suar y Griselda Siciliani

La Pantera del matadero y el I Medici 
Otro romance de revista fue el de Moria Casán y Mario Castiglione. Ella se había separado de Carlos Sexton y él integraba el grupo I Medici Concert. Se conocieron en ¡Qué gran revista!, en el Metropolitan, donde ella era la figura y él, una de las atracciones. Fruto de esa relación nació la actriz Sofía Gala.
Moria Casán y Mario Castiglione junto a Sofia Gala

Susana, Monzón, Cacho y el baúl
Algunos romances forman parte de leyendas. Nunca se confirmaron, pero circulan hasta el día de hoy como parte de la mitología del espectáculo. En 1978, Susana Giménez compartía cartel con Carlos Perciavalle y Zulma Faiad en la revista No rompan las olas, en el Opera, de Mar del Plata. 
La atracción del espectáculo era Cacho Castaña, quien se dice que habría tenido un affaire con Susana. Cuenta la leyenda que Carlos Monzón -por aquel entonces, novio de Susana- y luego de estar ausente por unos días en Mar del Plata, llegó de improviso a la ciudad. Cacho se encontraba adentro de la casa con Susana , mientras lo acompañaba un amigo que estaba en el auto quien les alerta que estaba entrando Monzón!!!; Cacho se tuvo que escapar por la ventana trasera de la casa y esconderse en el baúl del auto que lo esperaba. Sorprendido Monzon por la presencia del chófer, que era conocido de la pareja, se encuentran uno saliendo y el otro llegando al garaje: ..que raro en casa a estas horas de la noche?.. inventando una historia, pudieron zafar de la situación y Cacho nunca en su vida debe haber rezado tantas plegarias encerrado en un baúl mientras escuchaba el dialogo con el campeón mundial de boxeo. A los pocos meses, escribió su "Balada para una vedette".
Susana Gimenez y Cacho Castaña
Susana Gimenez y Carlos Monzón en pleno romance